viernes, julio 22, 2005

Guión de “Oscillate wildly”. Parte I “Llueve en el velorio"


Música de fondo. Piano lento y repetitivo. Contundente. Guitarra y batería se unen al piano y en conjunto abren la toma. Llueve. No hay forma de secarse. En una esquina una pareja pelea, nadie gana pues ella le avienta agua en la cara proveniente de una botella, y los dos terminan mojados. El se enoja y la cámara corre por la acera hasta llegar a una avenida larga, dobla a la derecha y entra para detenerse justo en el tapete de la entrada. La música sigue, no hay necesidad de detenerla. El sonido de la lluvia disminuyo, se convirtió en un capitulo pendiente, en un elemento de la narración que tal vez defina la trama, no se puede poner una pistola en un texto sin disparala ¿no?. La cámara hace una pirueta, un espiral que va de los zapatos arrastrándose en el tapete para secarse, al rostro de Oscar W. (Narrador). Marea el movimiento de cámara, causa vértigo, almacena adrenalina en las ojeras (aquí el director rinde un tributo a ese gran invento que es la montaña rusa, una estructura que promete caerse desde que se edifico). La cámara se queda fija, mirando el rostro de Oscar W., (¿sucederá algo? ¿Se detuvo el tiempo? ¿Se atoro el rollo? ¿Cacaro?) Una voz en "off" , un minuto después conlcuye: “Que rico detenerse, ¿verdad abuela?¿Tremenda lluvia no? que bueno que te fuiste". Corte y queda.

jueves, julio 14, 2005

Fondo.

Me mira desde una posición extremadamente cómoda, desde el fondo, allá en la última fila del salón de clases, por decirlo de alguna manera, pero no es así, fuma y se queda mirando unos minutos como el placer se debilita hasta desaparecer en cenizas ¿la muerte o un cigarro que se consume con placer? o ¿el cigarro como fondo? Imagino, cuando la observo y ella juega con el plástico que envuelve su cajetilla de cigarros, que llora todo el tiempo aunque sus lagrimas sean invisibles, y su gesto incorruptible.
Esta un poco muerta desde hace tiempo y se ríe, su risa proviene de algún lugar lejano como el punto blanco que se negaba a desaparecer en la vieja tele de bulbos después de apagarse, un universo que lucha por sobrevivir, una metáfora al gran invento que es la ventana y que debería llamarse escape, toda una forma de sobrevivencia.
Nos quedamos callados, prefiero escuchar la música, ese remolino que poco a poco me ha logrado seducir, tal vez todo se resuma en que en verdad no me importa la opinión de alguien mas, ni la esperanza de alguien mas, ni la risa de alguien mas, ni el espíritu de alguien mas, ni los acentos de alguien mas, ni los consejos de alguien mas, ¿ridiculo no?, pero creo que son tiempos en que uno no esta para aguantar nada, que dan ganas de despegarse de todas esas manifestaciones pastosas, lentas y tan sufridas, con el mismo ímpetu/ansia/desesperacion que el altanero quita la mierda de su zapato, manteniendo el olor todo el dia.
Siempre nos quedamos callados, son nuestros fantasmas los que dialogan, juegan cartas, comparten el cigarro, tiran dados, hojean revistas, recuerdan peliculas, toman cafe, coinciden, mientras ella se asoma hacia el balcon en un gesto totalmente sucida, yo recargo mi cabeza en el sillon, cierro los ojos y temo desaparecer.
Me he vuelto un egoísta, un vicioso, un adicto que mira con placer el gran hongo de humo que destruye al mundo, desde el fondo de la musica, pegado a la pared a salvo del puñal, en donde seguramente nadie ni nada me puede sorprender, acaso la niña que llora, se quita la mierda del zapato, fuma, se rie y me mira como si yo cantara todas esas canciones que pongo en mi radio.

martes, julio 05, 2005

Bienvéngome

He aceptado esta invitatio. No sé -como dirían los inexpertos pero que no lo dicen por inexpertos- qué decir. Han de pasar unos cigarros y unas noches mil mil veces hasta que esta pluma recaiga sobre los kilos que llevo enterrados por años. Nunca se me ha dado lo de clavarme en algún sinsentido consentido. Nunca he dicho que no tengo nada qué decir. Nada. Es inútil complacer al vigilante que eres cuando en las noches de asalto vienes voyeur a ver la letra en la mano ajena. Lávate mejor los dientes y deja que te lleve de la mano con la madrugada a tu morada por los golpes habitación oscurita. No, sin miedo no se llega a nada. Ábrete en canal puta desconsolada y cómete este susurro a la boca, desesperado. Ahora mójate el pelo, mírate en el azulejo y corre arrastrando las patas de la cama. Tápate y suda. Ya se te aparecerá el embrujo y el espanto. Payaso. Que te lleve el buen diablo si no acabas diciendo ¡que me lleve el diablo! Que me salve la vida si no te dije algo.

Hace 4 añotes

Me siento viejo. Estos ojos están ansiosos de romperse en el claro oscuro del espejo que es mi alma. Nunca superaré las ganas de llorar. Me avergüenza no poder hacerlo. Ha llegado otro tiempo de calma. Una semana más –diría Jaime- para pasarme inadvertido delante de mi mal dolor, de mi mala voluntad para componer las virtudes. Sobrepasar la crisis concupiscible, la irascible, ¿y qué decir de la prudencia? Una vez más me hallo refugiado en la maldita razón, ya la extrañaba. He de hacer temblar el cielo al arrojar la toalla, las agallas. Las mujeres no están, ¿cómo hacerlas venir? La decadencia es la perfecta justificación para atiborrar de diálogos a cualquier interlocutor.

Mis manos son los peces,
el barco que aguarda el aplauso del cardumen es mi desdicha.
Pesquero de los besos no dados,
de los parpadeos que escucho de la boca de la buena mujer.
Quiero que se arrodille con la red bien asida
para tenderme al lento fuego,
desde la arena,
con las muñecas prendidas al cáñamo,
de una mujer de buen puerto.

¿Cuándo se me va agotar la incertidumbre del titubeo ante la sonrisa ajena? He rodeado miles de puertos y mi casco está oxidado. En las orillas ante la gente cuento que poseído por la rabia de dios te había arrastrado a mi cabaña de carne hasta que el primer sereno de la creación se había derrumbado; que sin nudos ni cobardías habías aprendido a saltar de noche entre las fieras, y a decir mi nombre por las tardes de lluvia y truenos; que entretanto el mundo nacía yo le reclamaba al Bondadoso tu distancia; que le había hablado de frente y que mi juventud no había aminorado; que le hice enojar; que me condenó a verte a diario y a quererte y a besarte.; y que tú nada, que sólo embravecías cuando no nos hallábamos los pómulos; que llorabas mucho y que yo triste pescaba y viajaba para darte de sorpresas; que fui dueño de la natura; y que tú nada.

lunes, julio 04, 2005

The way that he sings.




Hay noches, especialmente cuando se va la luz, en que añoro la compañía de mi guitarra. Es la forma en que me mira desde la oscuridad; arrumbada, coqueteando desde una esquina, mientras yo la miro como a un libro amarillento de física o de quimica; lo mismo que el chino. Es posible que entre todos esos sueños/pesadillas que tengo constantemente, que no son mas que oleajes enormes, ilusiones, deseos, proyectos, archivos comprimidos en imágenes sin sonido, exista uno que explique todo; aquel en el que melodías grandiosas, que yo toco, que yo compongo y que, lo mas extraño, yo canto en un idioma indescifrable, se escuchan todo el tiempo: un alivio del lenguaje, un logro de la musica.

(¿Por qué suena tan extraño cuando ellos dicen que el mundo se mueve hacia arriba? Es un misterio, tal vez; hay tantas cosas que no puedo entender.)

Lo mas extraño es que no solo la forma en que canto, sino las palabras que digo, una conjunción perfecta de objetos y materiales, como si la madera y el nylon fueran una extensión del cuerpo, y lograr conjunciones tan perfectas llenas de pausas, de voces y de guitarras fuera lo mismo que responder a un impulso tan simple como aplaudir o rascarse la cabeza.

Siempre termino despertando con el brazo entumido, aterrorizado al recordar que minutos antes me encontraba en un callejón inmenso, respondiendo a la mirada de un gato, con un sombrero puesto, como si el mundo se hubiera mudado de casa o el periódico amaneciera con su primera plana en blanco; sin guitarra, sin canción, sin voz, sin sonido, con el recuerdo vago de una vieja canción de radio, de un éxito que repito durante el resto del dia: la misma cancion que compuse en mi sueño.