martes, octubre 17, 2006

Ivonne “Puño de Miedo” Poo

No’más porque se ve bien, anda suave y toda chavez mete un opercot directo, recto a los cordones que sujetan la máscara especial para noches de bar. De un juego perfecto de yabs, tunde una medicina expedita, baila en todas tus esquinas, el protector labial irritado mancha sangre en su solapa. Ella traspira y vuelve al rincón por más. Receta perfecta. Un gancho al ego y ¡pum!... suelo (brazos). Púgil, vence en la noche de tu rock ¿Por qué tienes miedo, Víctor? No soy nadie para tumbarte. El que quiere se cae, y en tres raunds ya tienes dolor de caballo, cierra la boca y bésame en la próxima caída, en la guaracha, en la cantina, en las rayas del mar y en tu torpe parloteo precombate. ¿Agüita?

jueves, agosto 24, 2006

Los barcos

El trato es justo: él observa, lee, reflexiona, camina, come y vive en esos espacios que hay entre los edificios o en las esquinas que forman los baños públicos o se queda mirando las entradas a los estacionamientos subterráneos desde la calle como quien flota entre el terror de los días. Yo me encargo de la parte laboriosa: escribo cada uno de sus movimientos, les doy forma y sentido; en fin intento justificar dos historias sencillas y mediocres que podrían pasar desapercibida si se nos acaban las monedas para el teléfono.

A pesar de nuestras convicciones, compartimos el terror a desaparecer, a quedarnos varados en una ciudad o en un camino y que los otros asuman que no estamos en peligro sino que decidimos no volver o huir sin despedirnos. Era, un sentimiento que nos provocaba mareos. Cada vez que hacíamos el intento por comunicarnos lo único que escuchabamos eran palabras o ideas caóticas que se traducían en gritos desesperados de búsqueda, como si la ciencia o los libros nos pudieran desaparecer, como si el tiempo nos pudiera desaparecer, como si una capricho nos pudiera desaparecer.

Era una carrera pavorosa entre dos barcos.

Nunca lo vi llorar, pero me supe que lo hacia cada vez que llegaba a un nuevo lugar.

jueves, agosto 10, 2006

This must be the place I

Tal vez el sonido más triste que escuchó "el sombrero" durante su viaje, fue la explicación de cómo llegar a su habitación en la recepción de un hotel en Otay, mientras observaba fijamente como le entregaban una llave amarrada a un pedazo de madera triangular que tenia grabado el número 78.

Hay canciones que no deberían ser compartidas; que deberían escucharse en privado, en un cuarto en donde no salga ningún ruido.

"El sombrero" se perdió al buscar la habitación número 78, recorrió largos pasillos, observó a través de una ventana la espalda del hotel: enormes turbinas, gente sacando basura y una montaña de sabanas mal lavadas, como si dejar pasar el tiempo fuera una cuestión de amor y no de dinero.

Este debe ser el lugar, pensó al mirar el número 78 inscrito en la puerta. Por un momento imaginó que había llegado a casa: la lámpara a media luz, las cortinas un poco abiertas, la calma, las sabanas limpias y un televisor apagado; segundos después se desvaneció en la cama y se arranco a llorar como un perro.

En la ciudad, exactamente después de llover, se escuchó a lo lejos un sonido chillante, molesto e innecesario. Alguien que caminaba frente a un hotel en Otay, señalo una luz tenue y amarillenta de un cuarto y tres días después escribió en una hoja de papel: “Hay días miserables que nos sorprenden con esa capacidad para ponernos frente a un espejo de concreto/ y darnos comidas como tragar papel /el puto sonido crispante de la errancia/ como vender flores que han sido cortadas del suelo/ ¿Qué les parece?

martes, abril 25, 2006

Crack, crack. Mensaje encriptado para el cumpleaños 31


Tomada la ciudad
levantado Hermes el mensaje en labios:
No morir, no caer,
ni daño ni afirmación.
beso en boca
y seca también garganta
de sal, marihuana
dios y alcohol.
No perdón, ni traición.

Hades encriptado

jueves, abril 20, 2006

Variación DOS del abril/abrir

Coraje, madre coraje y valiente
(Esta noche mando a la puta chingada todo lo que tenga que ver con los caprichos).

¿Qué es esa mierda de la página en blanco?, ¿y el miedo, el trauma, el temor, la angustia? Hay cosas que son susceptibles a esos sinsabores. No hay gasto que justifique la terrible predicación, atmosférica y dadora de esperanza y justificación del malpensador, malescritor. Ni ritmo que se mueva ni persona que se hinque por la impotencia.

Franco. He de moverme franco a tierra firme. No al precipicio ni al mar. Yecto al andar, firme aun cabizbajo mas firme –dijo el escribidor-.

Abril los ojos y derretir el mundo
en el parpadeo olas
anego el deseo
del sobrevivir sin musitar;
(eso quiero, eso busco)
buceo de comisuras
que me baña la saliva
y la sal migrando al corazón
curtido, crudo, seca
y la primavera escurra
indeleble
en un abril
cierro los ojos
(en el deshielo
cavo las flores
de boca en roca
salina).

martes, abril 18, 2006

Y volver a abril los ojos hasta abril

…es un abril de ojos
que truena interrumpe
-trueno irrumpe
banal-
la rima
campea y en el teatro
del fin del mundo;
abril los ojos
y metí mis dedos
en miel y gracias;
la espera
acomodado en de veritas
la mismita luna y la mismita confusión
de los actores.
Cuestión de intenciones y hormonas
te pones tensa
en este arrabal
dulce de acerrín.
Y como ya el ajenjo me ausentó,
desmejorado
me retiro trueno
de lluvia atenta, nocturna.
Y volver a abril los ojos hasta abril.
(Con el escenario lleno de sapos
la noche calló y regó su silencio
despacito
por toda la cuadra).

martes, abril 11, 2006

Altavista metafísica

Se puede reconocer a la otrora -dijera yo cuando me sentía "escritor"- amante a la distancia. Y no me refiero en algún sentido metafísico, sino a que a 40 metros, paradita en la esquina, viendo esas piezas de Artefacto, muy mona, con el crío en su carreola empujadomecido por la doméstica (¿qué no si es doméstica debería esta en casa?, ¿qué no eras de las que decían que nunca tendrías servicio de "nana"?, ¿qué no…?), y resguardado por un séquito conformado por la insoportable hermana eterna quierosermamávéanmeconunniñoenbrazosnoestoyquedada… (¡uy, cuñadita!), su rum meit (compañeras de ron, ajá, tortillas) y el bobo chofertameme, realmente es fácil adivinar que esa rodilla izquierda le pertenece. Uno ya anduvo allí, de brinco en cama y de camellón en pista de baile. Sabe uno, y muy bien sabido, cómo se para en la regadera, el piecito alzadito para no pisar ese azulejo de baño de soltero -asco, decía-, el tobillo a 15 cm del suelo para que la media ceda… mis manos ajustando sus agujetas. Por atrás, sí, se ve que es ella. He reconocido esa espalda, me la sé de sueño, como rodilla, tobillos y muslos sin memoria metafísica.

martes, abril 04, 2006

ABRIL EN SAÔ PAULO

Voltear a verte es percibir el fin del mundo
y del tiempo.
Y bailar contigo es dejar que la bossa desenvuelva sus manos
y nos abrace tenue y saudademente.
Bethania de traiciones y arrebatos,
eres la cauda de mis malviajes;
de la caridad y de tu mal espíritu
crecen miles de maldolores
y esta tarde malbailo,
atrevida.
Mala.

domingo, abril 02, 2006

Arreglismo

Al desempolvar mis discos, hojear mis libros y provocar temblores e inundaciones, cual Dios, reacomodando objetos acumulados, tuve una revelación: no podré cumplir mi sueño de componer canciones sencillas, evocadoras, cargadas de nostalgias arrabaleras, de sueños, mentiras y odio, hasta evitar esa manía arrítimica de querer brincar de un lado para otro con tres patas, cuatro ojos y dos cabezas.

No es que siempre trate de abarcar lo inabarcable para no abarcar nada al final, es la necesidad de conquistar la próxima piedra y planear su mudanza, como esos juegos de video en los que hay que brincar por el aire sobre un objeto que al momento de pisarlo cae al vacío, para asegurar la vida y conocer el juego hasta el final.

El japonés Takashi Miike, creador de un cine carnicero, describió su trabajo de la siguiente manera: “Siempre he creído que estoy a la deriva, que carezco de un sitio al que pueda volver. Me considero un arreglista más que un autor. Ya que no tengo una base, mi acercamiento al hacer una película es como si me trajeran algo de otro lugar.”

El “arreglismo” como condición supone llegar tarde a todo, mirar desde la oscuridad de una sala de cine el espectro de luz que se forma desde el proyector hasta la pantalla. Es mirar la guitarra en una esquina y mirar en el espejo una imagen que parece venir de otro lugar.

viernes, enero 13, 2006

Variación del blues tras eludir en un bar a E. E. Cummings


LLEVO TU CORAZÓN, LO LLEVO EN MI CORAZÓN...
Me hubiera encantado que hubiésemos venido acá juntos en aquellos tiempos cuando estábamos juntos. Juntos era más fácil permanecer juntos. Arrastré mi corazón y con él el tuyo, porque no puedo desprenderlo del mío, por eso arrastré el tuyo cuando arrastré el mío.

Cuando paseábamos íbamos y de la mano a paso corto por el Paseo de la Castellana ¡Qué bien que te iba ese sombrerito! Te pasabas yendo y viniendo, parecías en pasarela, arriba, abajo, sonríe y yo siempre con el pasón a todo lo que iba. Caravanitas con el sombrero.

Ahora que somos grandes y adultos, hacemos cosas más grandes y menos adultas. Sucede que con el tiempo uno se va haciendo más grande pero no por consiguiente más adulto, eso, lo de lo adulto, depende de cuán grande sea lo que uno hace; si uno es adulto, no necesariamente hará cosas grandes. La distinción radica en lo que uno entiende por grande y por adulto. De lo grande, pues no hay mucho qué decir, sólo considerar que lo grande no lo es por su tamaño cuantitativo sino cualitativo, así, lo grande será aquello como el olor, sabor, textura del mar y aguas de esa calaña. De lo adulto, pues digo que es lo pequeño, magro y sin desagüe, estancado.

En este pueblo de este lado del orbe, quiero establecer un rumbo que me dirija sin escalas hacia esos breves muslos inescalados, antípodos, ecuatoriales y meridianos. Te dejo todos los océanos en paz y los desiertos intactos.

El frío, ya para concluir, se nos hizo escarcha en los labios y en los besos y en las comisuras de los besos que en los labios nos dimos para concluir fría y escarchadamente.

Me hubiera gustado que a ti también te hubiera pasado todo lo que me pasas.

jueves, enero 12, 2006

Blues de cuarto de baño en Sangenjo 9-6ª

Martes de partida. Carta medio dada y recibida a medias, electrónicamente.

Hola. Ya llegué a Madrid. Vine vía París inesperadamente y muy a mi pesar (tengo la convicción de no querer visitar la Ciudad Luz, no tolero que un pueblo entero se empeñe en tolerar cuando lo que hace es intolerable: moda, comida, música, aire, donaire, altivez y el chingado l’amour), pues mi vuelo se canceló y nos treparon a huevo en Air France. No conocí más que el De Gaulle y las zonas marginadas para los jodidos que al perder la conexión (Conexión en Francia) deben hallar un vuelo de bajo costo en aerolínea española fashion.

Llegué a Barajas, y estuve de paseo por los museos y viéndote fantasma por las calles con cara de turista mexica y con tu hermana provinciana a tus espaldas. Postadolescentes con varo entendiendo in situ al Viejo Mundo. Mi viaje ha sido paseo y abrevancia (me siento una res frente a los colores) de pintura y las chicas más... lo que sea... del mundo. Luego Valencia gracias a Calatrava, la Malvarrosa vacía y Barcelona por vez dos inquietantemente gótica, nevosa, ventosa, gris y sin azúcar.

Dicen que no bebí ni toqué. Pensé y mucho. Dice Ricardo que me ve triste en este viaje. Quizá porque me gustaría dormir más por acá, quizá porque no tengo nada en ningún lado. Quizá por que no sabe que bebo brandy de noche en el baño con Big Mama Thornton, LaVerne Baker, Dinah Washington y la sabrosísima Devonia Williams que le tira mierda a Faye Adams porque no le pega al chocolate y sí a los Ducados.

Ya me voy. Todos hacen maleta. Yo descanso y me congelo en este balcón nevado, rosado fumando porque toda España ya es libre de humo. Sólo en espacios abiertos se permite fumar.
¿Y mi cabeza no es abierta?

Voy de vuelta. No he podido escribir mucho... ahora me da por dibujar a lápiz. En el metro he dejado ya un par de grafittis, uno en Barrio del Pilar y otro en Chueca. Estoy pensando seriamente en habitar la pintura, confieso que no me siento capaz. Necesito modelo y musa, ‘ai vas de nuevo, espero no te moleste.

Me hubiera encantado que hubiésemos venido acá juntos en aquellos tiempos cuando estábamos juntos. Juntos era más fácil permanecer juntos. Arrastré mi corazón y con él el tuyo, porque no puedo desprenderlo del mío, por eso arrastré el tuyo cuando arrastré el mío.

Te mando un beso ibero, godo, celta, catalán y bien bonito.

Dale un beso al crío y a su padre.

Quiero hablar contigo y contarte y enseñarte lo que les llevo.

jueves, enero 05, 2006

A orillas del río Mapocho

Escuche en un café cercano a mi casa a un viejo decir: “...regresar a un lugar después de muchos años, un lugar que habitamos en el pasado, un lugar que en algún momento tomo la forma de nuestro cuerpo, de nuestras ideas y de nuestros deseos, es matar la nostalgia, es matar el deseo y el recuerdo que siempre nos aterro en una tarde de copas o en un cigarro o en la noche o en este café. Es como poder regresar a un sueño. Simplemente todo se desvanece. Es reconocer que la muerte o el olvido mueve menos hojas que el viento.”

Volver es enfrentarse a la brutalidad silenciosa del paso del tiempo, es integrar fantasmas que no se han ido. Es también volver a esas canciones y a esos libros. Es reconocer lugares, palparlos y olerlos a tientas con la misma premura que un ciego recorre con sus dedos una esquina o un borde. Es mirar con detenimiento el verdadero tamaño de las cosas. Es inventar fechas y mirar las respuestas a las preguntas que le hacíamos a nuestra memoria reprobada e insuficiente.

¿Dónde esta el edificio de Isidora Goyenechea? ¿A dónde fue la chica de la farmacia que salvo mis bronquios? Supongo que la ciudad de Santiago no esta dispuesta a matar nada ni a nadie. Suficiente ya tuvo con taparse los ojos.

Antes de entrar a una librería, mire de reojo un callejón en donde se reflejaba el sol: ni el ruido de las "micros" amarillas, ni el olor, ni el sol, ni los edificios, ni la librería, ni la linda compañía, sino la combinación exacta de cada uno de ellos minutos antes de las 8 de la noche me regaló la certeza de que ni yo mismo había muerto. La certeza de que habia regresado. La certeza irrepetible del presente.