Debo detenerme a respirar, Marina. Desde que tu nombre salino mana reconvengo para que estés con la mirada bien sujeta a estas intenciones. Nadie nunca tanto ni en tan poco huracán me había revuelto las muecas, las maneras y los rastros. Has sido tempestad de tempestades con hojarasca y polen sembrando sobre este hombre polvoriento que te has encontrado.
Dame tus letras,
y renglones de sabiduría,
déjame la paz de la compañía
y recibe miradas que sólo tú detectas
No tengo mirada ni respeto
ni demonio ni dios.
Llena mi cofre, mi hueco
y sé esa bruja que me cuentas
desierta, arena de tornados
y convierte mi vida entera en la tuya.
jueves, enero 25, 2007
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