viernes, agosto 26, 2005


Chris Ware (dale click para leerlo)

lunes, agosto 22, 2005

Guión de “Oscillate Wildly”. Parte II “No llueve en el velorio”

Música de salida (para un filme). Una escena violenta interrumpe los pensamientos de Oscar W. Dos viejos pelean, los golpes tienen un sonido parecido al que se produce cuando un bat revienta una pelota de hueso forrada de piel. La diferencia entre un bat y un puño no es mucha, en los dos casos si no se utilizan correctamente se rompen. Entre la bola y la cabeza: el peso, sin embargo casi nunca se usan correctamente.

El sonido de los golpes es un engaño. Cuestión de imaginación. Un sonido deleitable podría convertirse en un sonido aterrador, un sabor placentero podría convertirse en un disgusto al grado del asco, el truco esta en no curiosear mucho sobre el origen de las cosas. El director utilizó esta premisa para engañar al espectador. El sonido tétrico de cada golpe, fue grabado en el norte del país, durante la práctica de bateo de un beisbolista profesional. Es un sonido violento, de complexión robusta. Un golpe victorioso y sutil, que deforma y provoca escandalo.

(Se editaron los mejores sonidos, el beisbolista no cobro por este servicio, pidio, con orgullo, que se utlizaran los nombres con que bautizo a cada golpe: el cerveza helada, el carne sobre un asador, algo parecido al vodka, el camarón pulp (no pulpo), el placer compartido, el última pieza del rompecabezas, el sonido que coincide, el última palabra del crucigrama, el domingo en la mañana, el desayuno, el estero, el cuerno de chivo, el bahía, el safe, el click, el sí, el bien, el ok, el perfecto, el chilo, el levantarse, mirar, apretar los músculos y gritar. Una petición exagerada según el director.)

Oscar W. observa a un policía que pretende detener la pelea justo cuando las dos enormes masas, se levantan del suelo, sacuden tímidamente sus sacos, abrochan sus botones, sonríen y buenas noches, se disculpan al aire con cordialidad, como si hubieran terminado de firmar algún convenio o tratado. Oscar W., ignora el gesto completamente ridículo, busca en el pizarrón el nombre de su abuela. Son diez salas o velatorios. El hermano de Oscar W., baja las escaleras en ese instante, con un teléfono en mano, no parece angustiado ni mucho menos consternado; distraídamente, sin dejar de mirar el teléfono, saluda a uno de los viejos recién levantados con familiaridad e informa al mismo tiempo a Oscar W.: sala diez. El hermano parece domina la situación, sin embargo estan velando a diez cuerpos en el edificio, ¿Quién pretende dominar la situación? ¿No es momento perfecto para ignorar el orden?

La cámara, instalada en la última sala (10), se queda fija en el ventanal que recorren las gotas de lluvia, mientras Oscar W. sube las escaleras. Hay dos sillones y una dama fuma mirando al exterior. Oscar W., aparece de espalda a la camara y mira las puertas de las dos salas, la ocho y la nueve, después mira el ventanal, gira su cuerpo y se queda mirando la camara (sala 10). En su gesto disminuye la angustia al ver la sala diez, sin embargo, algo lo detiene unos segundos, tal vez el placer del encuentro o la coincidencia. Detrás de él, la dama que fuma canta, su voz es suave y familiar, una sopa caliente, un abrazo. Oscar W. se detiene, antes de subir a la sala 10, cierra los ojos, la pantalla se cierra también (simulando ser un ojo), se queda negra, sin imágenes, sin ventanal, sin sala, con el sonido de una voz que canta. La sala se queda oscura, se escucha a lo lejos la lluvia y Oscar W. piensa: “tal vez perdió el piso en algún momento”. ¿Quién no pierde el piso después de una muerte? Oscar W. no ¿perder el piso significa ignorar el orden? Corte y se repite.

martes, agosto 16, 2005

LOS CONVIDADOS DE PIEDRA III

En una de sus múltiples cartas a Olga Havlová desde la cárcel, Václav Havel afirma su ateismo de esta forma:

"Me doy cuenta de que en ese contexto te debo otra pequeña explicacion: al escribirte hace poco aquí se ha precisado mi punto de vista sobre las cosas que despiertan mi respeto me refería, antes que a nada, al mencionado dominio de uno mismo. No desear a cualquier precio lo que tiene el otro, no envidiar nada; no dejarse arrastrar por deseos insatisfechos ni satisfacerlos al precio de la autohumillación; no enfurecerse siempre que hay razón para ello y no pensar siempre en uno mismo; no sucumbir a la desesperación aunque la situación sea grave, o al menos guardar la angustia para sí y no molestar con ella a los demás, y sobre todo no dejar que se refleje en tu actuación; saber aceptar las consecuencias naturales de la propia actuacion, dominar la tendencia al odio y el deseo de venganza, saber perdonar; no sentir lástima por uno mismo y su destino (como si uno fuese el centro de toda la desgracia humana); no desahogarse de manera falsa o injusta y no compensar el propio sufrimiento haciendo sufrir a los demás; y un largo etcétera; todo ello son manifestaciones del dominio de uno mismo que admiro como característica de verdadero valor, tan distinto del falso-exterior y fingido-que suele manifestar soltando un torrene de palabras groseras, amenazas o incluso golpes (generalmente dirigidos a alguien de quien no se espera que devuelva la pelota); detrás de ese valor de los perdonavidas se oculta muy a menudo un carácter cobarde. Ahora los comprendo, pero no los respeto."

LOS CONVIDADOS DE PIEDRA II

Inolvidable disertación sobre la amistad como fuente de las más grandes bondades y objeto de las más bajas pasiones, según Sándor Márai:

"No ocurre muchas veces.... pero tampoco es tan raro como algunos creen. Yo he llegado a pensar que la amistad es un lazo parecido a la union fatal de gemelos. Esa peculiar correspondencia de las vocaciones, de las simpatías, de los gustos, de los aprendizajes, de las emociones ata a dos personas y les asigna un mismo destinto.
El general le pregunta a Kónrad: ¿Por qué me odiabas?...en el fondo de tu alma habitaba una emoción convulsa, un deseo constante, el deseo de ser diferente de lo que eras. Es la mayor tragedia con que el destino puede castigar a una persona. El deseo de ser diferentes de quienes somos: no puede latir otro deseo más doloroso en el corazon humano...Tenemos que soportar nuestro carácter y nuestro temperamento...Tenemos que soportar que nuestros deseos no siempre tengan repercusión en el mundo. Tenemos que soportar que las personas que amamos no siempre nos amen, o que no nos amen como nos gustaría. Tenemos que soportar las traiciones y las infidelidades, y lo más difícil de todo: que una persona en concreto sea superior a nosotros por sus cualidades morales o intelecutales. Esto es lo que he aprendido en 75 años de vida, aquí, en medio de este bosque. Pero tú no has podido soportarlo-dice en voz baja"

Los otros, los demás: nosotros.


Desanimo: un globo desinflado después de la fiesta, una piñata rota sin dulces; cuando soltamos un suspirote, cuando nuestra montaña de cartas se derrumba con un estornudo, cuando termina una canción en la radio justo al momento de prenderla, cuando la cartelera falla, cuando la lluvia termina, cuando el equipo pierde, cuando un cuerno le atraviesa la pierna al torero, cuando el amor se distrae, cuando la distancia gana, cuando el tiempo regresa como boomerang, cuando ya se fue o ya termino o cuando no lo dejo…Que otro hable por mi, hoy necesito escucharlo, necesito escuchar al sobreviviente, al conocedor de la condicion humana, que me rodeen los convidados. He fallado, no puedo presumir de nada, la humildad es una virtud devaluada de estos tiempos y que se confunde con el drama, doblar los brazos y reconocerse vencido, es un gesto de valentía, que no necesita de gestos dramáticos, solo la palabra mágica aceptarse. Todo lo demás es mentira.

LOS CONVIDADOS DE PIEDRA.

"Imitación de Verlaine

La noche infinitamente silenciosa de México DF
abre la boca y un muchacho de 18 años se inclina otra vez
frente a sus calles, observando, sin parpadear, los collares
y los asesinatos, los periódicos viejos
y los accidentes automovilísticos, que similares a un público
rodean el salón del vals, sus fronteras ambiguas, donde él,
vestido con pantalón vaquero y camisa blanca,
saluda de nuevo a una muchacha de ojos brillantes.

Y las copas tristes van de mano en mano por la larga mesa
de las conversaciones nostálgicas de los desempleados:
noches pasadas en un Vips o en un chino, observando
las transparentes velas que los ángeles apagan (a través
de ese murmullo él siente el contorno de voces muy remotas)
cuando las palabras indicadas para saludarse
eran escogidas entre los muchos letreros luminosos.
Cierta elegancia en los gestos de los sonámbulos,
o en su blanca, silenciosa y veloz manera de amar,
que el muchacho quiere estudiar antes de morir.
Roberto Bolaño"

miércoles, agosto 10, 2005

En California están los ángeles



Remember who you are.




Palmeras al borde de un ataque de nervios.

martes, agosto 09, 2005

El puente negro


Es tiempo de nostalgia y a veces sucede; hay que verificar el rezago del tiempo, sacudir el polvo de la alfombra. No hay solución, recaemos todo el tiempo; el tiempo no cura, pero si toca la puerta, abrir pronto, dejalo entrar dice el poeta Deniz. Es tiempo de recoger cenizas, de limpiar la mesa, de apagar las velas, de vaciar los restos de las botellas y de mirar el color rojo de las colillas en el cenicero, para evitar el dolor de cabeza y el arrepentimiento.

¿Alcanzan a distinguir bien la foto que esta al costado? Acérquense mas, es real. Es un atardecer del noroeste mexicano y por lo que observo cada vez se pone mejor, el cielo madura, hace guiños, es verano, es precioso, una sabana bordada con hilos rojos y azules que envuelve a la ciudad. Pase varios veranos manejando mi auto hacia el sol, justo a la hora del atardecer. Imposible salir inmune, todo acto tiene consecuencias y este me consumió la cabeza, ahora todo es lento y aburrido, como decía Basquiat después de sus vacaciones junto al ácido.

El puente negro es un objeto sin vida, sin tren, un guardián de los 3 ríos que parecen uno, una puerta de entrada a la ciudad. ¿Creen que es suficiente escribirlo, dramatizar sobre el asunto, solemnizar la situación, escribir un blog, platicar?

Tres historias y los dejo descansar: La noche en que dos camionetas se detuvieron justo a un costado del puente negro, frente a nosotros y nos impedían avanzar, como una metáfora a la permanencia (violencia). La madrugada en que detuvimos el auto en la curva que desemboca en la avenida independencia, para caminar sobre el puente negro (deseo). El sueño en el que un autobús me dejaba con mis maletas justo debajo del puente: no tenia casa, no tenia monedas y todos los teléfonos se me habían olvidado (miedo).

Todo es verdad, tengo miedo de seguir desando regresar, tal vez ya no tenga casa, ni recuerde los telefonos de nadie. Un impulso violento que no me deja descansar.