Alguna vez proferí esto al buen Hal. Esta, para usted, compañerita de fotos, gracias por darme nombre.
Usted me deja pensando y ya, no me deja boquiabierto, porque eso es lo que busco tras leer algo que pretende decir algo. Acaso he de ser un insatisfecho y mediocre lector. Sus imágenes me llevan a un aletargado L.A. Confidential o a un Desayuno Naked que reboza las copas de Kafka. Una imagen es una imagen es una imagen. Sí, ¿y la esperanza? Esa esperanza que da el reflexionar consentidamente sin sentido. Yo busco y añoro, con los puños enjutos sobre el pecho, en fetal fatal caída, con ojos apretados, -esa imagen... ¿la recuerda?- en una habitación de adolescente chilango, la esperanza de salir al micro o a la orilla del estero con una idea que me conmueva el espíritu. Idea, no imagen. Idea no imagen. Uno piensa en ideas, siente en imágenes, dicen los clásicos ¿O qué, por ser clásicos son despreciables? ¿Sabe qué? Sus imágenes me gustan, como me gusta la Tutsi Pop o la hermana del panadero, mi bollera. Asequibles pero efímeras. Las ideas efímeras se convierten en risas y abrazos de borracho alegre, dirían los posmodernos. Me deja pensando en la esperanza ¿Que qué digo diría yo? Ya lo dije ¿Le gusta la idea? Si le gusta, quédese boquiabierta a mi salud. Si no, espere. Repito, soy un insatisfecho y mediocre, déme un poco de esperanza, gracias y un abrazo no’más, por favor.