Nunca he dicho que no tengo nada qué decir. Nada. Es inútil complacer al vigilante que eres cuando en las noches de asalto vienes voyeur a ver la letra en la mano ajena. Lávate mejor los dientes y deja que te lleve de la mano con la madrugada a tu morada por los golpes habitación oscurita. No, sin miedo no se llega a nada. Ábrete en canal puta desconsolada y cómete este susurro a la boca, desesperado. Ahora mójate el pelo, mírate en el azulejo y corre arrastrando las patas de la cama. Tápate y suda. Ya se te aparecerá el embrujo y el espanto. Payaso. Que te lleve el buen diablo si no acabas diciendo ¡que me lleve el diablo! Que me salve la vida si no te dije algo.
jueves, octubre 27, 2005
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