No’más porque se ve bien, anda suave y toda chavez mete un opercot directo, recto a los cordones que sujetan la máscara especial para noches de bar. De un juego perfecto de yabs, tunde una medicina expedita, baila en todas tus esquinas, el protector labial irritado mancha sangre en su solapa. Ella traspira y vuelve al rincón por más. Receta perfecta. Un gancho al ego y ¡pum!... suelo (brazos). Púgil, vence en la noche de tu rock ¿Por qué tienes miedo, Víctor? No soy nadie para tumbarte. El que quiere se cae, y en tres raunds ya tienes dolor de caballo, cierra la boca y bésame en la próxima caída, en la guaracha, en la cantina, en las rayas del mar y en tu torpe parloteo precombate. ¿Agüita?
martes, octubre 17, 2006
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