miércoles, abril 04, 2007


VIAJE A LA VIA LACTEA
Un tren con olor a viejo, asientos de terciopelo y cortinas de un exquisito peluche, se dirige hacía la vía láctea. En él viajan las voces de los humanos que se quedaron en casa y uno que otro caracol de mar.
Puuuu puuuuuuuuh, avanza el tren, chucu chucu chucu chucuchu chucuchu.
Para distracción de los pasajeros el tren cuenta con caleidoscopios y las bebidas que se ofrecen están hechas de sueños..., sueños en donde nuestras voces imaginan estar despiertas.
En este tren, el tiempo es una gatita dulce con alas tornasol que se mece en el aire.
¿Y la tierra?, ella está desesperada por llegar a la vía láctea y mientras tanto se dispersa, no deja de moverse, vuela y se imagina el sabor de la leche como un rojo quemado entre risas de niños...
Las voces, ansiosas, piensan una y otra vez en el hombre del tambor que canta a las puertas de la majestuosa Vía ( lari lari lari oh, ¡qué felicidad! ) ,sienten a través de su imaginación el anhelado perfume blanco, los pliegues de la pared, los poemas de la radio.
Sólo las carcajadas capaces de olvidar el humor material tienen sitio en este viejo tren; aquí no caben las espinas, ni las noticias de guerra, mucho menos los pendientes de una flor.
¡Pobre olor a calle!, no puede viajar porque se aferra a su taza de café, aunque esté en otro lugar.

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