Maldito cine, es como la ciencia: poner sobre un laberinto ratones con los ojos vidriosos y mantener un registro de cómo se les revienta el estomago, mientras se golpean la cabeza con la pared.
Los buenos actores son unos suicidas, se olvidan de si mismos, borrachos y medio dormidos, se ignoran, se miran al espejo y coquetean con la muerte; los actores mediocres, son unos maricones, jugando a olvidarse de si mismos, corren en busca de la nada y miran a la camara como al espejo de su casa. En cambio no hay actrices mediocres, si uno observa con cuidado, no hay nada de eso, al menos en blanco y negro. Hay actrices feas pero no mediocres. Hay actrices gritonas pero no mediocres. Hay actrices distraidas pero no mediocres.
El sombrero, después de ver “Flor Silvestre”.
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