Martes de partida. Carta medio dada y recibida a medias, electrónicamente.
Hola. Ya llegué a Madrid. Vine vía París inesperadamente y muy a mi pesar (tengo la convicción de no querer visitar la Ciudad Luz, no tolero que un pueblo entero se empeñe en tolerar cuando lo que hace es intolerable: moda, comida, música, aire, donaire, altivez y el chingado l’amour), pues mi vuelo se canceló y nos treparon a huevo en Air France. No conocí más que el De Gaulle y las zonas marginadas para los jodidos que al perder la conexión (Conexión en Francia) deben hallar un vuelo de bajo costo en aerolínea española fashion.
Llegué a Barajas, y estuve de paseo por los museos y viéndote fantasma por las calles con cara de turista mexica y con tu hermana provinciana a tus espaldas. Postadolescentes con varo entendiendo in situ al Viejo Mundo. Mi viaje ha sido paseo y abrevancia (me siento una res frente a los colores) de pintura y las chicas más... lo que sea... del mundo. Luego Valencia gracias a Calatrava, la Malvarrosa vacía y Barcelona por vez dos inquietantemente gótica, nevosa, ventosa, gris y sin azúcar.
Dicen que no bebí ni toqué. Pensé y mucho. Dice Ricardo que me ve triste en este viaje. Quizá porque me gustaría dormir más por acá, quizá porque no tengo nada en ningún lado. Quizá por que no sabe que bebo brandy de noche en el baño con Big Mama Thornton, LaVerne Baker, Dinah Washington y la sabrosísima Devonia Williams que le tira mierda a Faye Adams porque no le pega al chocolate y sí a los Ducados.
Ya me voy. Todos hacen maleta. Yo descanso y me congelo en este balcón nevado, rosado fumando porque toda España ya es libre de humo. Sólo en espacios abiertos se permite fumar.
¿Y mi cabeza no es abierta?
Voy de vuelta. No he podido escribir mucho... ahora me da por dibujar a lápiz. En el metro he dejado ya un par de grafittis, uno en Barrio del Pilar y otro en Chueca. Estoy pensando seriamente en habitar la pintura, confieso que no me siento capaz. Necesito modelo y musa, ‘ai vas de nuevo, espero no te moleste.
Me hubiera encantado que hubiésemos venido acá juntos en aquellos tiempos cuando estábamos juntos. Juntos era más fácil permanecer juntos. Arrastré mi corazón y con él el tuyo, porque no puedo desprenderlo del mío, por eso arrastré el tuyo cuando arrastré el mío.
Te mando un beso ibero, godo, celta, catalán y bien bonito.
Dale un beso al crío y a su padre.
Quiero hablar contigo y contarte y enseñarte lo que les llevo.
1 comentario:
Pancracio: te ves mas cómodo ahí, en la espera, en la calma del regreso, en el paseo fantasmal, en el nada en ninguna lado. Ahi tienes la calma y en la poesía el desgarro...
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