domingo, abril 02, 2006

Arreglismo

Al desempolvar mis discos, hojear mis libros y provocar temblores e inundaciones, cual Dios, reacomodando objetos acumulados, tuve una revelación: no podré cumplir mi sueño de componer canciones sencillas, evocadoras, cargadas de nostalgias arrabaleras, de sueños, mentiras y odio, hasta evitar esa manía arrítimica de querer brincar de un lado para otro con tres patas, cuatro ojos y dos cabezas.

No es que siempre trate de abarcar lo inabarcable para no abarcar nada al final, es la necesidad de conquistar la próxima piedra y planear su mudanza, como esos juegos de video en los que hay que brincar por el aire sobre un objeto que al momento de pisarlo cae al vacío, para asegurar la vida y conocer el juego hasta el final.

El japonés Takashi Miike, creador de un cine carnicero, describió su trabajo de la siguiente manera: “Siempre he creído que estoy a la deriva, que carezco de un sitio al que pueda volver. Me considero un arreglista más que un autor. Ya que no tengo una base, mi acercamiento al hacer una película es como si me trajeran algo de otro lugar.”

El “arreglismo” como condición supone llegar tarde a todo, mirar desde la oscuridad de una sala de cine el espectro de luz que se forma desde el proyector hasta la pantalla. Es mirar la guitarra en una esquina y mirar en el espejo una imagen que parece venir de otro lugar.

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