jueves, marzo 15, 2007

De Zeta, el Coronel III


Antonio, anda y junta lo chiles que ya va’ser el velorio de tu padre a la noche. Si ‘amá, como ‘asté mande. Don Espiridión Zeta era uno de esos señores que tienen las manos muy grandes, con las palmas como de piedra y las uñas pequeñas, que no se salen de la punta de los dedos. Su figura se paseaba acompasada de la cantina a su casa. Alto, fuerte, pero encorvado, así que su 1.90 parecía más bien 1.80. El pulque, tras un par de litros, le erguía, después, le mandaba dormir con el suelo y sin Doña Pastora. Antonio, ve y trae a tu padre, seguro ya se durmió otra vez en la cantina. Si ‘amá, como asté mande. No era asunto problemático para el hijo meterse a las entrañas del templo del vicio para rescatar y sacar a su padre. Eso era lo de menos. Antonio no soportaba ver cómo los parroquianos se burlaban de Don Espiridión porque su hijo iba por él mandado por su señora. Uy, Zeta, ya viene la extensión de la enagua por ti, ¡jajajaja! En las condiciones en que el viejo terminaba no le permitían si quiera defenderse. Antonio cumplió los 1.85 muy pronto, así que tras algunos metros de espera, decidió acompañar a su padre a la cantina. Miren, ‘ai'stán los borreguitos de Doña Pastora, ¡jajajaja, o más bien, Doña Patrona, jajaja! Antonio clavó la mirada en su tarro, lo bebió por completo. Pensaba que era hora de cobrar todas las burlas que su padre había sufrido por años. Sin embargo, antes de levantarse, el hombre que había dicho aquello, se le acercó al oído. ¿Qué? ¿Tú también tienes enaguas? Don Espiridión, otrora impasible, sujetó del cuello al provocador y no se le desprendió hasta que dejó de patalear, enterró sus dedos hasta romper la traquea del contrincante. Sus manos de piedra hicieron fuego en el cuello ajeno. Sin embargo, a traición un sayo de aquel disparó sobre la humanidad del Don. Antonio inmediatamente acabó con el tirador rompiéndole una mesa en la cabeza. Nadie más intervino. Doña Pastora se preparaba para un entierro digno de su señor. Preparaba guajolote en mole verde. Antonio era el nuevo hombre de una casa con apellido de final.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu narración es muy gráfica, Figuro los personajes en mi cabeza y nos sorprende la muerte, imagino que es parte de una historia que comienza poco antes del final.