martes, julio 05, 2005

Bienvéngome

He aceptado esta invitatio. No sé -como dirían los inexpertos pero que no lo dicen por inexpertos- qué decir. Han de pasar unos cigarros y unas noches mil mil veces hasta que esta pluma recaiga sobre los kilos que llevo enterrados por años. Nunca se me ha dado lo de clavarme en algún sinsentido consentido. Nunca he dicho que no tengo nada qué decir. Nada. Es inútil complacer al vigilante que eres cuando en las noches de asalto vienes voyeur a ver la letra en la mano ajena. Lávate mejor los dientes y deja que te lleve de la mano con la madrugada a tu morada por los golpes habitación oscurita. No, sin miedo no se llega a nada. Ábrete en canal puta desconsolada y cómete este susurro a la boca, desesperado. Ahora mójate el pelo, mírate en el azulejo y corre arrastrando las patas de la cama. Tápate y suda. Ya se te aparecerá el embrujo y el espanto. Payaso. Que te lleve el buen diablo si no acabas diciendo ¡que me lleve el diablo! Que me salve la vida si no te dije algo.

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