lunes, agosto 22, 2005

Guión de “Oscillate Wildly”. Parte II “No llueve en el velorio”

Música de salida (para un filme). Una escena violenta interrumpe los pensamientos de Oscar W. Dos viejos pelean, los golpes tienen un sonido parecido al que se produce cuando un bat revienta una pelota de hueso forrada de piel. La diferencia entre un bat y un puño no es mucha, en los dos casos si no se utilizan correctamente se rompen. Entre la bola y la cabeza: el peso, sin embargo casi nunca se usan correctamente.

El sonido de los golpes es un engaño. Cuestión de imaginación. Un sonido deleitable podría convertirse en un sonido aterrador, un sabor placentero podría convertirse en un disgusto al grado del asco, el truco esta en no curiosear mucho sobre el origen de las cosas. El director utilizó esta premisa para engañar al espectador. El sonido tétrico de cada golpe, fue grabado en el norte del país, durante la práctica de bateo de un beisbolista profesional. Es un sonido violento, de complexión robusta. Un golpe victorioso y sutil, que deforma y provoca escandalo.

(Se editaron los mejores sonidos, el beisbolista no cobro por este servicio, pidio, con orgullo, que se utlizaran los nombres con que bautizo a cada golpe: el cerveza helada, el carne sobre un asador, algo parecido al vodka, el camarón pulp (no pulpo), el placer compartido, el última pieza del rompecabezas, el sonido que coincide, el última palabra del crucigrama, el domingo en la mañana, el desayuno, el estero, el cuerno de chivo, el bahía, el safe, el click, el sí, el bien, el ok, el perfecto, el chilo, el levantarse, mirar, apretar los músculos y gritar. Una petición exagerada según el director.)

Oscar W. observa a un policía que pretende detener la pelea justo cuando las dos enormes masas, se levantan del suelo, sacuden tímidamente sus sacos, abrochan sus botones, sonríen y buenas noches, se disculpan al aire con cordialidad, como si hubieran terminado de firmar algún convenio o tratado. Oscar W., ignora el gesto completamente ridículo, busca en el pizarrón el nombre de su abuela. Son diez salas o velatorios. El hermano de Oscar W., baja las escaleras en ese instante, con un teléfono en mano, no parece angustiado ni mucho menos consternado; distraídamente, sin dejar de mirar el teléfono, saluda a uno de los viejos recién levantados con familiaridad e informa al mismo tiempo a Oscar W.: sala diez. El hermano parece domina la situación, sin embargo estan velando a diez cuerpos en el edificio, ¿Quién pretende dominar la situación? ¿No es momento perfecto para ignorar el orden?

La cámara, instalada en la última sala (10), se queda fija en el ventanal que recorren las gotas de lluvia, mientras Oscar W. sube las escaleras. Hay dos sillones y una dama fuma mirando al exterior. Oscar W., aparece de espalda a la camara y mira las puertas de las dos salas, la ocho y la nueve, después mira el ventanal, gira su cuerpo y se queda mirando la camara (sala 10). En su gesto disminuye la angustia al ver la sala diez, sin embargo, algo lo detiene unos segundos, tal vez el placer del encuentro o la coincidencia. Detrás de él, la dama que fuma canta, su voz es suave y familiar, una sopa caliente, un abrazo. Oscar W. se detiene, antes de subir a la sala 10, cierra los ojos, la pantalla se cierra también (simulando ser un ojo), se queda negra, sin imágenes, sin ventanal, sin sala, con el sonido de una voz que canta. La sala se queda oscura, se escucha a lo lejos la lluvia y Oscar W. piensa: “tal vez perdió el piso en algún momento”. ¿Quién no pierde el piso después de una muerte? Oscar W. no ¿perder el piso significa ignorar el orden? Corte y se repite.

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