miércoles, noviembre 30, 2005

La tia Juana le reza a San Diego

(A diez años)

¿Qué hacia durante el 1995? No recuerdo muy bien. Escucho un disco del año de 1995, que descubrí hace poco y pienso: ¿Tiempo perdido? ¿El 1995 hubiera sido distinto si me hubiera topado con esta música? ¿Todo fue diferente por los discos que descubrí? ¿Nada es inútil? ¿Todo es inútil? La música a veces suena tan atemporal, tan viva, tan refrescante que su forma de renovarse no deja de sorprenderme. Si existe música capaz de evadir el tiempo, me pregunto: ¿Hay música capaz de cambiar el mundo?

Durante el viaje de Tijuana hacia Ensenada, pienso en todo esto. La vista de la playa durante el “scenic road” es impresionantemente bella. Se distinguen a lo lejos, en un recodo, las enormes dunas. No hay barcos a la vista, ni lanchas, parece un mar desierto y extenso hasta lo más profundo del horizonte. Aunque parezca un poco dramático, sospecho que no será fácil dejar todo esto.

Comemos y de reojo miro el mar. No estamos tan lejos de la frontera, sin embargo he olvidado por completo el tema. Podría quedarme a mirar el mar durante toda la noche. La tarde es fría por acá y parece no terminar. Justo a las 5 de la tarde todos comienzan a moverse inquietos, usan las bolsas de sus chamarras o pantalones para avanzar.
Los atardeceres son cortos y discretos.

Las palmeras, me comentan, no son reales, el paisaje es árido y edificar un árbol o alzar una planta es trabajo de los dioses. Dicen que después de este Municipio la baja esta desierta. Cuando el Ministerio Publico tiene que recoger algún cuerpo en la baja sur, tardan tanto en llegar que encuentran una mitad dentro del estomago de los gusanos y la otra mitad irreconocible. En un punto lejano, la gasolina esta a medio tanque de distancia, es decir la rutina es ir regresar, ir y regresar, para mantener combustible.

En el año de 1995, escuche algunas veces el nombre de Tijuana, porque era una referencia para San Diego. Era un año difícil. Escuchaba con indiferencia todas estas señales y me dedicaba a abrir mis discos y mirarlos durante horas en mi cuarto.

Comienza la noche y regresamos, casi en silencio. No entiendo como ha pasado tanto tiempo. El regreso siempre es mas corto. Aunque restablecer los años, darles forma y sentido, resumirlos entre cervezas y caminatas, es mas sinuoso, largo y casi angustiante, a diferencia del digerible e inquieto paso de los días, del deseo interminable de que transcurran fechas, de esperas y de puntos de encuentro.

En resumen: hay fronteras todavía, se renuevan las pinturas de los muros, aumentan los autos, hay nuevas carreteras, las calles crecen, y los semáforos son insuficientes. Los barrios nuevos se edifican a kilómetros de distancia del centro de las ciudades, como una forma de desaliento o simplemente pérdida de esperanza en transformar la necedad. El clima es mas extremoso, las brechas no se acercan ni poquito, creo que la rueda de la fortuna con un poco de mantenimiento se mantiene firme y dando vueltas. ¿Qué fue del 95?

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