jueves, noviembre 24, 2005

While my guitar gently weeps

Te has sentido asfixiado. No ha habido fogueo en tantas noches que ni sabes de dónde sacar ritmo para presear en el arrimón femenino. Un poco de brauni, helado de vainilla y tinto de Santo Tomás frío, buches non disgustantes y cerrar los labios, la encía, lengua, abrir los dientes y los ojos staring at the foco... pasa la avenida y con ella y tras ellas pasas la voz. Eres la voz cantante del maridaje.

Tras unas cuántas, vas dejando la sensatez y el mal gusto. Eres el rayo malo que parte a los blasfemos. Es de noche y ya no ves, pobre de ti. Hubo años en los que estabas acompañado, acompasado del brazo con Pseudo. Fumar y no pedir nada de cambio, no tienes para arrumacos. Llamas a tu hermano al alba, para esperar a que el día se ponga de sol ante la ciudad. Hoy es la reconciliación con la memoria, con el pasante año que te ve jugar ya sozinho sin el amor que profesabas siendo aún adulto. Es de esperarse que la historia sólo absuelva a los perdedores. Que te coja desnudo y vulnerado de los pies.

Ya despiertas del espasmo. Prometes andar de juerga en el Cantábrico y que te parta un buen rayo si Pseudo no degusta del mar acobardado cuando se te ocurra brincar mar adentro, sí, mar adentro como el cielo que se haya a sí mismo en esa vertical que solían ser tus queridos junto a la playa de calor, sombra y mosquitos. Que las rocas perjuren y juren después de jurar que nada, nada se va tan lento como la amistad tras una faldita, de poca monta y mucho empeño, pero de poca monta.

El álbum blanco nunca encontró el color en su ruta, de revolución, pugilismo y desperdicio amplificado...

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